Tras el éxito de «Educar en
el asombro», Catherine L'Ecuyer vuelve a sorprender a todos sus seguidores con
«Educar en la realidad» (Editorial Plataforma Actual), un libro en el que se
muestra crítica y aporta evidencias sobre una serie de mitos educativos para
demostrar que es necesaria una mejor preparación para utilizar las nuevas
tecnologías de forma responsable.
En una entrevista realizada Catherine L'Ecuyer en el diario
ABC, sobre la sustitución del libro por las table; Catherine dice:
La
sustitución masiva del libro de texto es un error del que nos arrepentiremos en
unos años. En Primaria, el uso de la tableta puede interferir con el
aprendizaje de la lectoescritura. No es lo mismo la educación individualizada
que puede dar una tableta, que la educación personalizada que solo da un
maestro capaz de arrancar lo mejor de cada alumno. Si el fin de la educación es
buscar la perfección de la que es capaz el niño, es preciso discernir de qué es
capaz cada niño. Ese trabajo no lo puede realizar una herramienta digital, por
muy buenos que sean el dispositivo y los algoritmos de sus aplicaciones, porque
ese discernimiento requiere sensibilidad. Y la sensibilidad es profundamente
humana, no digital. En vez de invertir en arsenal tecnológico, habría que
invertir en bajar ratios y en formar y remunerar mejor a los maestros.
En su libro reconoce que
está demostrado que la tableta motiva a los alumnos.
—Los estudios dicen que motiva
más porque gusta más. Pero que a los niños les guste la tableta no es un
criterio educativo. A los niños también les encantan las golosinas. La
motivación que procuran esos dispositivos es una motivación para la diversión,
no para el aprendizaje. La prueba de todo ello es que esa motivación externa no
lleva a una mejora en los resultados académicos.
— ¿Y qué le diría a un padre
preocupado por la educación digital para el futuro laboral de sus hijos?
—Un niño tarda 2 minutos en
familiarizarse con una tableta, no necesita desperdiciar 10 años de su
escolarización aprendiendo a usar una tecnología que probablemente no existirá
cuando acceda al mercado laboral. Esos dispositivos están programados para la obsolescencia.
— ¿No ayudan al niño a ser
protagonista de su educación?
—En una mente aún inmadura y
que no tiene la cabeza bien amueblada, el que lleva las riendas ante la
pantalla no es el usuario, sino la aplicación inteligente… En Silicon Valley,
los altos ejecutivos de empresas tecnológicas llevan a sus hijos a colegios de
élite que no usan ningún tipo de pantalla. Steve Jobs no dejaba que sus hijos
usarán la tableta. Aquí, empieza a costar encontrar colegios que no usen esos
dispositivos. En ese sentido, hay cada vez menos riqueza y diversidad en los
enfoques y en los proyectos educativos.
—¿A que lo atribuye?
—El ranking de los 100
mejores colegios de España da 3 puntos a los colegios por digitalizarse. ¿Quién
quiere quedarse sin esos puntos? Cuando un colegio subordina sus decisiones en
función de «aparecer» o «subir» en los rankings, entonces deja de ser un
colegio y pasa a ser un negocio. Hay que revisar los criterios de los rankings,
así como el sistema de financiación de los colegios. No puede ser que los
colegios tengan que recurrir al marketing para sobrevivir. La educación es algo
sagrado, por lo tanto no debería nunca ser una arma política, ideológica, ni
convertirse jamás en un negocio.
—¿Nos equivocamos los padres
cuando ponemos Internet (y todo lo que ello supone) en manos de niños de
temprana edad?
—En la infancia, las
pantallas no son herramientas neutras porque tienen un efecto que la literatura
llama «de desplazamiento». Mientras un niño está en internet está dejando de
hacer mil cosas que aportan mucho más a su buen desarrollo. En esa etapa toca
experimentar, tocar, sentir, ver la realidad, estrenarla en directo y, sobre
todo, desarrollar virtudes que luego permitirán usar esas estupendas
herramientas de forma responsable. El uso responsable de la conducción no se
consigue dándole las llaves de un Ferrari a un niño de 10 años. Tampoco se
consigue desarrollar la orientación espacial de un niño de 4 años jugando al
escondite en un centro comercial de 40 mil metros cuadrados un sábado por la
tarde. Antes de adentrarse en el mundo online, uno ha de tener la cabeza muy
bien amueblada. Todo tiene su tiempo. La mejor preparación para el mundo online
es el mundo offline.
—¿Se están convirtiendo las
nuevas tecnologías en los nuevos educadores, robando el espacio a los padres?
—No podemos resignarnos a
que «es una batalla perdida». Hemos de conseguir que la vida en tres
dimensiones sea más atractiva para nuestros hijos que el mundo en dos
dimensiones. Para que nuestros hijos recuperen su interés por la realidad hemos
de darles oportunidades de belleza, cultivar su sensibilidad, fomentar las
relaciones interpersonales, etc. Un niño que está 8 horas delante de la
pantalla carece de esas oportunidades. Hemos de escuchar el grito silencioso de
nuestros hijos, que nos piden atención. La atención es el termómetro del amor,
es pura forma de generosidad.
EDUCACIÓN / CATHERINE
L'ECUYER por LAURA PERAITA en ABC.es
Día 15/04/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario