Se cuenta que en una
ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el “tonto del
pueblo”, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños
recados y recibiendo limosnas.
Diariamente, algunos
hombres llamaban al “tonto” al bar donde se reunían y le ofrecían escoger
entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 céntimos y otra de menor
tamaño, pero de un euro .Él siempre tomaba la más grande y menos
valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que
observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le
preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño
valía menos y éste le respondió:
- Lo sé señor, vale
la mitad, pero el día que escoja la otra, el juego se acaba y no voy a ganar
más mi moneda.
Esta historia podría
concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias
conclusiones:
La primera: Quien
parece tonto, no siempre lo es.
La segunda: ¿Cuáles
son los verdaderos tontos de la historia?
La tercera: Una ambición
desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
La cuarta, y la conclusión
más interesante: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena
opinión sobre nosotros. Por lo tanto,
lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno
piensa de sí mismo.
MORALEJA
'El
verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto
que aparenta ser inteligente'...
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sábado, 27 de julio de 2013
FÁBULA DEL TONTO
viernes, 26 de julio de 2013
LA UNIVERSIDAD PÚBLICA RETROCEDE COMO MOTOR ECONÓMICO.
Las reducciones presupuestarias y la crisis están
debilitando el papel de motor de desarrollo económico de las universidades
públicas, que registraron, en el caso de las presenciales, una caída de
ingresos no financieros del 7,8 % entre 2009 y 2011, según la Fundación Conocimiento y Desarrollo
(CYD).
La opinión de expertos relacionados con la
universidad, la empresa y la administración pública consultados en la última
encuesta anual de CYD (2012) constata un «empeoramiento o retroceso» en cuatro
aspectos, que son:
La competitividad internacional de las
universidades españolas; la capacidad competitiva internacional de la economía
española gracias al sistema universitario; la dotación de infraestructuras para
la ciencia, la tecnología y la creación y transferencia de conocimiento; y la
importancia otorgada por las administraciones públicas a las políticas y
recursos dirigidos al sistema universitario.
Entre otros datos del informe anual de CYD sobre
universidades, presentado ayer martes a la prensa, el volumen de contratos de
las oficinas universitarias de transferencia de resultados de investigación
(OTRI) cayó un 11 % en 2011. Las «spin offs» (empresas constituidas a partir de
los resultados de la investigación universitaria con fondos públicos) bajaron
un 15,3 % en comparación con un año antes.
Aunque han crecido las solicitudes y registro de
licencias y patentes y las publicaciones científicas (si bien con menor
liderazgo de investigadores españoles), podría deberse a resultados de
investigaciones de años anteriores. El personal dedicado en España a I+D cayó
un 3 % en 2011 en términos de jornada completa.
Presupuestos estables
El coordinador general del estudio, Martí Parellada,
instó a «revertir» las reducciones presupuestarias para las universidades y la
menor dotación para I+D+I, para lo que debe haber un convencimiento y demanda
sociales de que es necesario. No es posible, agregó, que continúe la
disminución de las transferencias corrientes de las autonomías a las
universidades al mismo ritmo si se pretende que éstas sean eficientes en la
generación de conocimiento y su aplicación al sistema productivo y el empleo de
los graduados. Parellada reclamó previsiones financieras estables, pues
«no es lógico» que el presupuesto de las universidades públicas sea una
«incógnita año a año».
Los gastos no financieros de las universidades
públicas presenciales bajaron un 2,8 % entre 2009 y 2011: un 1,9 % menos en
personal (por reducciones salariales y de personal) y un 7,1 % menos en
inversiones reales. Parellada recordó también que la limitación de la tasa de
reposición del profesorado funcionario (10 % actualmente) afecta a las opciones
estratégicas de cada universidad, de tal forma que en el curso 2010-2011
comenzó una disminución de profesorado en los centros propios.
A las universidades se les puede pedir compromisos
financieros, pero hay que dejarlas que los administren, recomendó, como crean más adecuado
para sus intereses y objetivos estratégicos. Simultáneamente, se hace necesaria
una reforma sin demora que, según coinciden varios estudios, aumente el poder
ejecutivo del rector y el equipo de gobierno de la universidad, con más
autonomía y capacidad de gestión financiera y presupuestaria, de profesorado y
alumnado.
Parellada advirtió de la «disparidad creciente» de las
condiciones de financiación de las universidades públicas, que en el
País Vasco tuvieron un aumento de ingresos no financieros del 9 %, frente a una
reducción del 17,3 % en Castilla-La Mancha entre 2009 y 2011. La dotación de
recursos públicos por alumno llega a ser del triple en las universidades que
más reciben respecto de las que menos: más de 9.000 euros en la Universidad
Pública de Navarra, Pública del País Vasco y Politécnica de Cartagena en 2010 y
poco más de 3.000 en la Rey Juan Carlos de Madrid.
Mercado laboral
Sobre el mercado laboral, el informe indica que la tasa
de empleo de los graduados superiores se redujo en España en torno al 10 %
entre 2007 y 2012, frente al descenso aproximado del 2 % en el conjunto de la
UE. En el mismo período, la tasa del paro de los titulados superiores llegó al
15 % en España y al 6 % en la UE, cuando en ambos casos se partía del 4 %
(2007).
El documento resalta la «especial intensidad» del deterioro de inserción laboral desde 2009, debido posiblemente a
los «recortes públicos» en sanidad, educación o investigación, campos donde
trabajan un gran número de universitarios.
La universidad debe mejorar las tasas de empleo, lo
que significa cambiar los planes y métodos docentes, según Parellada, que
reclamó una racionalización del número «excesivo» de titulaciones, pues una
cuarta parte de las carreras matriculan menos de 51 alumnos de nuevo ingreso.
Efe. Abc. 24/07/2013
sábado, 13 de julio de 2013
PARA LOS QUE PIENSAN QUE NO TIENEN SUERTE EN LA VIDA.
Ha finalizado el curso
académico y sin muchos los alumnos universitarios que no están contentos con
sus resultados o como le ha salido las cosas en este curso. Igualmente le
ocurre a los futuros universitarios que no tuvieron suerte de elegir o de
entrar en la carrera que ellos les hubieran gustado entrar. En ambos casos es
normal escuchar “es que yo no tengo suerte, para nada”
Hoy dejo aquí un cuento que
encontré en la red, no encontré el nombre del autor, pero creo que nos puede
servir para reflexionar un poco en “es que yo no tengo suerte, para nada en
esta vida”
Había una vez un hombre que
no tenía suerte. Tan cansado estaba de arrastrar su mala fortuna que un día
decidió salir en busca del mismísimo Dios para preguntarle el motivo de su mala
fortuna. Caminó y caminó durante varios días hasta que finalmente llegó hasta
la orilla de un río. Allí, tumbado junto a sus aguas, vio a un lobo que se
encontraba extremadamente delgado y sin fuerzas. Cuando el lobo vio acercarse
al hombre le preguntó:
-Hombre, ¿a dónde vas?
-Voy en busca de Dios para
preguntarle el motivo de mi mala suerte- contestó el hombre.
-Hombre- dijo el lobo- si
encuentras a Dios, ¿puedes preguntarle por qué estoy tan débil y delgado y qué
puedo hacer para remediarlo?
-Sí, si encuentro a Dios se
lo preguntaré, no te preocupes- contestó el hombre y siguió caminando.
Caminó y caminó hasta llegar
junto a un inmenso árbol que había perdido todas sus hojas. Cuando el hombre
pasó junto al árbol este le dijo:
-Hombre, ¿a dónde vas?
-Bueno… voy a buscar a Dios
para preguntarle el motivo de mi mala suerte.
-Ah por favor, si
encontrarás a Dios, ¿podrías preguntarle por qué estoy tan enfermo y qué puedo
hacer?- dijo el árbol con voz cansada.
-Pierde cuidado, si lo
encuentro se lo preguntaré.
El hombre reemprendió su
camino hasta que, ya anocheciendo llegó a una preciosa casa rodeada de un
cuidado jardín. De la casa salió una bellísima mujer que se dirigió al
caminante:
-Hombre- dijo suspirando- ¿a
dónde vas?
El hombre volvió a repetir
su respuesta: -Voy a buscar a Dios para preguntar por qué no tengo suerte.
-Vaya, si fueras tan amable,
podrías preguntarle por qué estoy tan triste y sola y qué puedo hacer- pidió la
mujer.
-Por supuesto- contestó el
hombre- cuando lo encuentre se lo preguntaré.
El hombre siguió su camino
durante varios días hasta que finalmente, al dar la vuelta a una esquina,
tropezó de frente con el mismísimo Dios.
-¡Ay!- dijo el hombre- ¡Por
fin os encuentro! Mirad señor, he venido a buscaros porque quiero saber por qué
no tengo suerte.
-Te aseguro que tienes mucha
suerte- le contestó Dios- y qué además tu suerte está ahí fuera, esperándote.
Sólo tienes que estar atento, buscarla y la encontrarás.
- ¿De verdad?- preguntó
incrédulo el hombre- ¿De verdad que voy a tener suerte?
-Te doy mi palabra de que lo
que acabo de decirte es cierto- contestó Dios un tanto ofendido por las dudas.
El hombre se puso tan
contento que salió sin despedirse a encontrarse con su nueva suerte cuando, de
repente, recordó las preguntas del lobo, del árbol y de la bella mujer y volvió
sobre sus pasos para preguntar a Dios. Dios le escuchó y le dio una respuesta
para cada uno. El hombre tras agradecerle su atención, se despidió y salió
corriendo en busca de su fortuna.
Según desandaba el camino el
hombre se esforzó por estar atento para poder encontrar su suerte. Enseguida
llegó hasta la preciosa casa del jardín donde la bella mujer le esperaba en la
entrada. Iba vestida con un escotado vestido que realzaba, aún más, su enorme
belleza.
-Hombre, ¿encontraste
finalmente a Dios?, ¿pudiste hablar con él?
-¡Oh sí!- dijo el hombre con
entusiasmo- encontré a Dios y me dijo que mi suerte está por aquí, que sólo
tengo que estar atento y encontrarla.
- Hombre, ¿le preguntaste a
Dios por qué estoy tan sola y triste y qué puedo hacer?
-¡Ah sí! Dios me dijo que
estás sola y triste porque vives aquí sola, pero que si consigues un amante… ya
nunca más estarás sola y triste.
La mujer dejó caer
sutilmente el tirante de su vestido y susurró con pasión al oído del hombre:
-Hombre, quédate a vivir
conmigo en esta preciosa casa. Disfruta de mi joven y hermoso cuerpo. ¡Sé tú mi
amante!
El hombre quedó boquiabierto
ante tal proposición, incluso le temblaban las rodillas, pero entonces le
contestó:
-¡Me encantaría! En realidad
eres la mujer más hermosa que he visto jamás, la amante que siempre soñé pero,
no puedo detenerme ahora. ¿Estoy buscando mi suerte! Está aquí, cerca, en algún
lugar, Dios me lo ha prometido. Lo siento, pero tengo que encontrarla.
Y el hombre continuó su
viaje pensando que si encontraba pronto su suerte volvería para convertirse en
el amante de aquella preciosa mujer. Al poco tiempo llegó junto al viejo árbol.
-Hombre, ¿encontraste a
Dios?
-Sí, lo encontré y, ¿sabes
una cosa? ¡Mi suerte está por aquí, sólo tengo que buscarla y encontrarla!
-¡Oh, cuánto me alegro! –
contestó el árbol. ¿Le preguntaste a Dios por qué estoy tan enfermo?
-Sí, también se lo pregunté.
Dios me dijo que estabas tan enfermo porque enterrado entre tus raíces hay un
inmenso cofre con un tesoro y si encuentras a alguien que lo desentierre tus
hojas volverán a brotar con fuerza.
-Hombre, por favor, coge tú
el tesoro.
-¡Oh árbol cuánto me
gustaría poder ayudarte! Pero no puedo detenerme, ¿entiendes? Estoy buscando mi
suerte, sé que está por aquí cerca. Tengo que ir a buscarla.
El árbol, desesperado,
insistió: - Mira, tienes una pala ahí al lado. Sólo te llevará unos pocos
minutos. ¡Por favor, sácame el tesoro enterrado!
-Lo siento mucho árbol,
tengo que seguir con mi búsqueda, pero no te preocupes, seguro que pronto
pasará alguien que te quiera ayudar- y el hombre siguió su camino.
Llegó hasta el río donde
encontró al lobo aún más débil y delgado que antes.
-Hombre, hombre…
¿encontraste a Dios?
- ¡Oh sí lo encontré! ¿Y
sabes una cosa? Mi suerte está por aquí, sólo tengo que ir a buscarla y
encontrarla.
-Hombre – susurro el hombre
con sus pocas fuerzas- ¿le preguntaste a Dios por qué estoy tan débil y delgado
y qué puedo hacer?
-¡Oh claro!- dijo el hombre
servicial- Dios me dijo que si te comes al primer tonto que pase por aquí
recuperarás tus fuerzas y ya nunca más estará débil y delgado.
El lobo lo miró, reunió las
últimas fuerzas que le quedaban y, de un enorme salto se abalanzó sobre el
hombre y lo devoró.
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