Un hombre decidió cavar un
pozo en un terreno que poseía. Eligió un lugar y profundizó hasta los cinco
metros, pero no encontró agua.
Pensando que aquel no era el
sitio idóneo, buscó otro lugar y se esforzó más, llegando hasta los siete
metros, pero tampoco esta vez halló agua. Decidió probar una tercera ocasión,
en distinto lugar, y cavar aún mucho más, pero cuando llegó a los diez metros,
concluyó que en su terreno no había agua, y que lo mejor era venderlo.
Un día fue a visitar al
hombre al cual había vendido el terreno, y se encontró con un hermoso pozo.
- "Amigo, mucho has
tenido que cavar para encontrar agua. Recuerdo que yo piqué más de veinte
metros, y no encontré ni rastro", dijo el recién llegado.
- "Te equivocas",
contestó el aludido. "La verdad es que yo sólo cavé doce metros, pero a
diferencia de ti, siempre lo hice en el mismo sitio."
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