El Gato de
Cheshire es un personaje ficticio creado por Lewis
Carroll en su conocida obra Alicia en el país de las maravillas.
Tiene la capacidad de aparecer y desaparecer a voluntad, entreteniendo a Alicia
mediante conversaciones paradójicas de tintes filosóficos. En
uno de esos encuentros, Alicia le pregunta, ¿qué camino debo seguir?. El
gato le contesta “eso depende del sitio a donde quieras ir”. Alicia contesta
“No me importa mucho donde sea”. El gato le responde “Entonces no tiene
importancia el camino que sigas”.
Pues bien, eso mismo es lo
que está ocurriendo con el sistema educativo español en estos últimos treinta
años, donde cada gobierno que llega al poder intentar imponer su ley educativa.
La reforma educativa que
impulsa el ministro José Ignacio Wert nace sin apoyos parlamentarios
fuera del PP. Reforma que será derogada si el PSOE llega a gobernar en las
próximas elecciones, según han manifestado los representantes de dicho partido.
Por lo cual, se repetiría así la historia de la anterior ley educativa que se
aprobó con un Gobierno del PP, la LOCE (2002), que contó solo con el apoyo de
Coalición Canaria en el Congreso y fue anulada, sin haber entrado prácticamente
en vigor, cuando el PSOE volvió al Gobierno en 2004.
¿Cómo se ha llegado hasta
aquí? Primero, porque la educación en España ha estado en el último siglo en el
centro de una batalla política no resuelta —enseñanza pública frente a
concertada; laica frente a religiosa— que ha impedido el pacto, aunque en la
anterior legislatura se estuvo muy cerca con el intento del ministro Ángel
Gabilondo.
En estos momentos, además,
influye un contexto de recortes presupuestarios en las escuelas y universidades
de más de 6.400 millones de euros desde 2010, con becas más difíciles de
conseguir por el endurecimiento de los requisitos académicos, matrículas
universitarias mucho más caras en buena parte de España o eliminación de
programas de apoyo a los alumnos con dificultades fruto de la disminución de profesores.
La Plataforma en Defensa de la Escuela Pública —en plena movilización— ve la
norma como la otra cara de la misma moneda, es decir, un cambio que
institucionaliza una especie de escuela low cost.
Alicia le pregunta,
¿qué camino debo seguir?. El gato le contesta “eso depende del sitio a donde
quieras ir”. Alicia contesta “No me importa mucho donde sea”. El gato le
responde “Entonces no tiene importancia el camino que sigas”.
Esto es lo que pasa con el
sistema educativo, no se sabe que camino a seguir, pues no existe conciencia en
nuestros políticos de la importancia de la educación para el desarrollo de un país.
Entonces no importa mucho donde se vaya; lógicamente entonces no importa el
camino que se siga.
Esto es lógicamente el
resultado de los análisis PISA en la educación obligatoria y de adulto que deja
a España a la cola de la OCDE.
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