¿Jornada partida o continua?
Este es un dilema al que se enfrentan muchos padres a la hora de elegir el
colegio de sus hijos. Pero también es un motivo de polémica entre familias y
profesores cuando en los centros educativos se plantea cambiar la tradicional
jornada partida por la continua. Motivos no les faltan a unos y a otros para
defender las bondades y perjuicios de cada uno de estos sistemas.
Ya sea porque a muchas
familias la jornada continua les permite conciliar, o porque se ahorran el
estrés de realizar dos viajes al colegio durante la jornada escolar, o porque
les resulta más cómodo, o porque permite que los alumnos tengan la tarde
libre... lo cierto es que las familias que eligen esta opción están más
satisfechas con el paso del tiempo. «Hoy en día la conciliación supone a
veces hacer auténticos encajes de bolillos, por lo que padres y madres se
deciden por una u otra en función de sus necesidades. No es que no les preocupe
si es bueno o no para el hijo, sino que la necesidad principal es hacer
coincidir horarios para poder atender a los niños», explica Beatriz
Menéndez, pedagoga y directora de Esparcer.com.
¿Pero realmente a quién
beneficia la jornada continua? Si bien sus defensores argumentan que es mejor
para los alumnos porque rinden más y se cansan menos, otros critican
que no se piensa en los estudiantes sino que son los profesores los que más se
benefician de la jornada continua porque es una reivindicación que mejora
sus condiciones laborales.
Los defensores de la jornada
continua aducen una serie de ventajas que son criticadas por sus detractores.
Esto es lo que unos y otros argumentan:
1. El rendimiento
intelectual es mayor durante la jornada de la mañana que en horas posteriores
a la comida. «Pero en realidad no hay estudios lo suficientemente generalizados
que lo demuestren de forma contundente», asegura la pedagoga Beatriz Menéndez.
«Los periodos de atención —explica— son mejores en las horas centrales de la
mañana y las últimas de la tarde, siendo las primeras y finales de la mañana en
las que más decae la atención».
2. El cansancio de los
alumnos es menor con la jornada continua. Sin embargo, Óscar
González, profesor de Primaria y director de la Escuela de Padres con
Talento, considera que «exige un esfuerzo al alumno, porque se concentran todas
las sesiones en una mañana más extensa».
3. Con la jornada
continua no se producen interrupciones horarias que afecten a la
atención. Los alumnos están en clase en los periodos de máximo rendimiento.
Durante las primeras horas se dan las áreas que suponen mayor esfuerzo, después
del recreo las de esfuerzo medio-bajo para terminar con actividades relajantes
como plástica o manualidades. Se evita perder el tiempo dos horas para comer y
luego volver a reiniciar las clases.
No obstante, lo más
recomendable al realizar una jornada continua es disfrutar de más periodos
de descanso. «Se deberían ofrecer diversos descansos entre clase y clase,
dejar unos minutos para despejarse y cambiar de materia; levantarse, estirar la
piernas... Además de un recreo más largo para jugar y relajarse», recomienda
Beatriz Menéndez. Eso lleva a que el tiempo de la clase sea más reducido, comenta
el profesor González.
4. Los alumnos tienen más
tiempo para realizar actividades extraescolares por la tarde. Pero
«no hay que sobrecargar a los niños con estas actividades cada día,
independientemente de la jornada que tengan», defiende el profesor González.
«Las extraescolares deben ser un complemento y responder a los gustos e
intereses del niño, no ser una carga añadida. No deben ocupar todas las tardes
de la semana», añade la pedagoga.
5. Los estudiantes disponen
de más tiempo por la tarde para hacer deberes, jugar y estar con la
familia. Sin embargo, un artículo publicado en Cuadernos de Pedagogía por
Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación de la Universidad
Complutense de Madrid, comenta los riesgos de esta argumentación: «La jornada
continua puede favorecer la vida familiar si uno de los cónyuges es ama de
casa o ambos trabajan y tienen horarios conciliadores. Pero esta no es la
situación de la mayoría de las familias. Por el contrario, disponer de las
tardes libres puede implicar el riesgo de que un alto porcentaje de niños
caigan en las garras de la televisión, los videojuegos y del ocio
improductivo».
6. La jornada continua
favorece que los profesores puedan dedicar más tiempo a su formación y a
las familias. El profesor Feito sostiene que «el hecho de que los maestros
dispongan de varias tardes libres no se ha traducido en una intensificación de
su formación permanente. Y en algunos lugares la atención a los padres se ha
trasladado a horarios inverosímiles».
7. El profesor Feito cita
en su artículo un estudio de José Antonio Caride, profesor de la Universidad de
Santiago de Compostela, que, aunque de 1993, detectó que los alumnos de jornada
continua tienen más deberes para casa.
M. J. PÉREZ-BARCO / MADRID
Día 15/04/2014 - 13.41h
ABC.
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