Hoy día mundial de la
educación, la OCDE nos regala un nuevo pildorazo. El alumnado español, también a la cola de la OCDE en
resolver problemas diarios.
Los resultados de los
alumnos españoles de 15 años en la resolución de problemas de la vida real son
inferiores a la media de la OCDE, como también sucede con las pruebas de
Matemáticas, Lectura y Ciencias, conocidas el pasado diciembre.
Sin
duda alguna, la educación, junto con la salud y
el trabajo, son los peldaños más importantes para el desarrollo
de los pueblos.
Por eso, hoy día mundial de
la educación, quizás sea unos de los momentos a lo largo del año, en que todos
padres, profesores, maestros y alumnos deberíamos de pensar en el camino que
hemos construido en la educación. Pero, principalmente en cuáles son los nuevos
retos de la educación.
Hace ya años que
introducimos los ordenadores en nuestras aulas, posiblemente pensando que era
la panacea a todos los problemas de aprendizaje de nuestros alumnos.
Transcurrido un tiempo considerable, son muchas las voces que vuelve a reclamar
nuevos cambios, nuevas tendencias en el aprendizaje. Considerando que ha sido
quizás algo absurdo llenar nuestras aulas de ordenadores. Con esto, no quiero
decir que no tengamos ordenadores en las aulas, no; es más, son vitales.
Lo que quiero decir con todo
esto, y comparto aquí las ideas que recojo de mi compañero Miguel Machi en su
blog la mariposa y el elefante; es que en la escuela lo que se necesita es un
cambio metodológico. Un cambio basado en el supuesto de que el aprendizaje se
construye (no solo se transmite y reproduce) y, que para que se
genere ese aprendizaje es necesaria la implicación de los profesores y de los
alumnos. No se puede enseñar a la contra, no se puede remar contracorriente. No
se puede enseñar sin la implicación de los alumnos. Además tenemos que dar por
hecho que el aprendizaje es un proceso que se genera de manera constante y de
manera inevitable, y no exclusivamente entre las cuatro paredes de un aula, o
frente a la pantalla de un ordenador.
Educar supone asumir que el
alumno es el protagonista de su proceso educativo, que cada alumno interpreta y
construye conocimiento a su manera y que ese conocimiento en muchos casos no
puede ser detectado por unos estandarizados test de inteligencia, ni por unas
pruebas excesivamente academicistas.
Educar supone dar la vuelta
a la acción formativa en la que ya no se trata de que el maestro enseña y el
alumno aprende, sino que toda la comunidad educativa contribuye para que fruto
de estas sinergias el alumno (en mayor medida, y también el profesor) se
transforme. Los profesores, poco a poco, deberemos ir abandonando el papel de
expertos para convertirnos en facilitadores, en diseñadores de escenarios de
aprendizaje, en acompañantes, en consejeros,… Siempre nos habían dicho que para
ser un buen maestro no bastaba con saber mucho sobre la materia, además tenías
que saber explicarla, transmitirla. Yo creo que la competencia más demandada en
los presente-futuros maestros es y será la de saber observar, saber escuchar y
ser capaces de facilitar que el talento que se esconde dentro de nuestros
alumnos florezca por sí mismo. Siguiendo un poco las ideas de Ken Robinson, no
se trata tanto de meter contenidos, sino de sacar talento innato, como nos
indica Miguel.
FELIZ DÍA DE LA EDUCACIÓN A
TODOS.
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