“Había una vez una gallinita
emprendedora que quería montar un negocio en la granja.
Como había cada vez más
animales en la granja tuvo la gran idea de montar un restaurante. Para llevar a
cabo su idea necesitaba un socio. Así que se dirigió hacia el animal que más
confiabilidad le daba: el cerdito.
- Hola Cerdito – le dijo la
gallina. Quiero abrir un restaurante en la granja y he pensado que tal vez
querrías ser mi socio.
- No sé – respondió el
cerdito. ¿Y cuál sería el plato estrella del restaurante?
- ¡Qué te parece “huevos con
jamón”! – respondió la gallina.
- No gracias. Creo que tú
estarías involucrada pero yo tendría que estar comprometido."
Este cuento, nos deja claro
que no es lo mismo compromiso que involucración. Involucrarse sería en
este caso “estar incluido”, “participar de”. Comprometerse va más allá de
participar. Es dar la vida en el caso de la historia de la gallina y el
cerdo.
La persona comprometida es
generosa, busca como dar más afecto y bienestar, se esfuerza y contribuye más.
Va más allá de lo que supone el deber contraído.
“Compromiso es lo que
transforma una promesa en realidad. Es la palabra que habla con valentía de
nuestras intenciones. Es la acción que habla más alto que las palabras. Es
hacerse el tiempo cuando no hay. Es cumplir con lo prometido cuando las
circunstancias se vuelven adversas. Compromiso es el material con el
que se forja el carácter para poder cambiar las cosas. Es el triunfo diario de
la integridad sobre el escepticismo”.( Shearson Lehman )
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