domingo, 21 de septiembre de 2014

EL CUENTO DE LA SEMANA. EL PROBLEMA

El Gran Maestro de un monasterio zen tenía que elegir un sustituto para ocupar el puesto del guardián, quien había fallecido pocos días antes. El gran maestro reunió a todos los discípulos del guardián en una sala y les explicó por qué los había reunido allí:

-Ha llegado el momento de elegir un sustituto de entre todos vosotros. Para ello, voy a presentaros un problema. El que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del templo.

Entonces, puso en el centro de la sala una mesa y, encima de ella, un precioso jarrón de porcelana con una bonita rosa roja y anunció: “Aquí tenéis el problema”. Los discípulos no entendían nada. Era un jarrón precioso pero… ¿Cuál era el misterio? ¿Qué representaba? ¿Qué debían resolver?

Ante el estupor de los discípulos, uno de ellos se levantó y se acercó al jarrón. el discípulo, sin pensárselo dos veces, cogió el jarrón y lo tiró al suelo. El jarrón quedó hecho añicos y el resto de discípulos se quedaron sin habla después de la actitud de su compañero.

Todos los discípulos temían el enfado del Gran Maestro. Éste se levantó, serio, y se acercó al discípulo que había roto el jarrón diciéndole:


-Felicidades, serás el nuevo guardián. Dije bien claro que os encontrabais ante un problema. Da igual lo bonitos que sean o lo mucho que nos atraigan, un problema siempre será eso, un problema. Y, como tal, deben ser resueltos. Un problema puede ser este precioso jarrón, un amor que ya no tiene sentido o un camino que debemos abandonar. Sólo hay una forma de solucionar un problema: afrontarlo de frente.

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