sábado, 14 de septiembre de 2013

COMENZAMOS UN NUEVO CURSO ESCOLAR, CON LA MOCHILA BIEN CARGADA

Comenzamos un nuevo curso escolar, sin apenas haber pisado las aulas y el descontento en la comunidad educativa está a flor de piel.

A lo largo de los dos últimos años la educación pública ha sufrido un recorte de 3.400 millones de euros en sus presupuestos. Esto se traduce en una caída de la inversión por alumno de más del 25% en un periodo de cuatro años.

Esta realidad, según los profesionales de la educación que, se encuentran a pie del cañón, se está traduciendo en:

1º.- En el aumento del 20% en el número de alumnos por clase (de 25 a 30 en primaria y de 30 a 36 en secundaria). Lo que,  supondrá una menor capacidad de atención individualizada, además de una masificación en las aulas. Cada profesor deberá atender entre 30 y 50 alumnos más.

2º.- Las bajas del profesorado no serán cubiertas durante las primeras dos semanas, lo que supondrá que, durante ese tiempo, sus hijos deberán ser atendidos por profesores no especialistas en la materia en cuestión y no podrán seguir avanzando en sus programas.

3º.-  Se reducirán o desaparecerán de los centros algunos programas educativos específicos como compensatoria, diversificación o programas de cualificación profesional inicial, destinados a combatir el fracaso escolar y atender a los alumnos con mayores dificultades de aprendizaje como inmigrantes, hijos de familias desestructuradas, discapacitados, etc. Estos alumnos abandonarán el sistema o tendrán que incorporarse al grupo general, dificultando así su proceso de aprendizaje.

4º.- Desaparece del plan de creación de escuelas infantiles para menores de tres años.

5º.- La reducción de la plantilla de profesores impedirá ofertar las clases de apoyo o desdoble.

6º.-  Los alumnos que el próximo curso se incorporan a la universidad verán como las tasas de matrícula, actualmente en torno a los 1.000 €, subirán hasta los 1.600 €. Este hecho, sumado a la reducción de 166 millones de euros de la cuantía destinada a becas, privará a muchos estudiantes de poder costearse estudios universitarios.

Todos estos recortes se suman a los que venimos ya sufriendo en los últimos dos años, como la desaparición del bono-libro o la reducción de los fondos destinados a los centros, que afectan a cuestiones tan básicas como la calefacción, las fotocopias, los materiales de prácticas o la limpieza.

Lógicamente, si esto es así y entendiendo que, los servicios públicos universales (no solo educación, sino también sanidad o servicios sociales) tienen como objetivo corregir los desequilibrios y dotar de igualdad de oportunidades a toda la ciudadanía, es justo que se planteen ciertas reivindicaciones por el bien de la educación pública.

Pero al igual que esto es así, también debemos de plantearnos según un informe PISA (2009) que,  los países que más invierten en educación por alumno entre los 6 y los 15 años no son necesariamente los que mejor rendimiento obtienen de sus estudiantes. España invierte más que los países mejor clasificados. La inversión en España -cuyos resultados volvieron a estar por debajo de la media de la OCDE- fue de 74.119 dólares, a la altura de Japón, Eslovenia o Italia. España invierte 74.119 dólares, el país con mejores resultados 71.385 Chile invierte por alumno 23.597 dólares, más que México (21.175 dólares), ambos por encima de países "asociados" a la OCDE como Brasil (18.261 dólares) o Colombia (19.067 dólares).



Creo que lo que verdaderamente hace falta es un gran debate sobre la educación en este país. Porque, lógicamente, los derechos sociales que hemos conquistado en las últimas décadas, y que no son los causantes de la crisis que nos azota, corren el peligro de desaparecer si no actuamos en verdadera conciencia social. Y de no actuar con verdadera conciencia sobre la educación, estamos llamados a un suicidio colectivo que nuestro país pagará durante generaciones. 

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