Cuadro obtenido del diario el Mundo y publicado por Maite Vaquero.
Así será la escuela en 2030
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La clase magistral desaparecerá; el profesor se convertirá en guía del
alumno
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El aprendizaje será personalizado, permanente y más caro
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Primarán las habilidades frente al saber académico
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Internet será la principal fuente y el inglés, la lengua mayoritaria.
Los sistemas educativos de
todo el mundo sufrirán grandes modificaciones de aquí a 2030 propiciados por la
revolución tecnológica. En los próximos 15 años, internet va a convertir los
colegios en «entornos interactivos» que pondrán patas arriba las formas
tradicionales de aprendizaje y cambiarán la manera de ser de docentes, padres y
estudiantes.
En la escuela del futuro,
las clases magistrales desaparecerán y el profesor ya no ejercerá sólo como
transmisor de conocimientos, sino que tendrá como principal misión guiar al
alumno a través de su propio proceso de aprendizaje. El currículo estará
personalizado a la medida de las necesidades de cada estudiante y se valorarán
las habilidades personales y prácticas más que los contenidos académicos.
Internet será la principal fuente del saber, incluso más que el colegio, y el
inglés se consolidará como la lengua global de la enseñanza. La educación será
más cara y durará toda la vida.
A estas conclusiones han
llegado los 645 expertos internacionales entrevistados para una encuesta, a la
que ha tenido acceso EL MUNDO, que define cómo será la escuela en 2030. El
informe ha sido realizado por la Cumbre Mundial para la Innovación en
Educación (Wise, en inglés), un think tank formado por 15.000
sabios y promovido por la Fundación Qatar que del 4 al 6 de noviembre
se reunirá en Doha para debatir algunas de estas cuestiones.
El trabajo -en el que han
participado, entre otros, el lingüista Noam Chomsky; la ex primer ministra
australiana Julia Gillard, o el profesor Sugata Mitra- señala que
«las escuelas se convertirán en redes» donde los alumnos interactuarán entre
ellos y con el profesor de forma que se produzca un «aprendizaje colaborativo».
Este periódico ha preguntado
a varios expertos españoles sobre las cuestiones que aborda el estudio,
adaptadas a la realidad de nuestro país, así como otras transformaciones en los
horarios, las relaciones entre los alumnos, la jerarquía del profesor, las
nuevas asignaturas, los deberes o el diseño del aula:
LOS PROFESORES
Siete de cada 10
entrevistados piensan que el rol de los docentes será guiar al estudiante por
su propia vía de conocimiento. Serán facilitadores y orientadores, más que
transmisores del saber. Hasta hace muy poco, eran la única fuente de
información disponible, pero internet lo ha acaparado todo y los alumnos pueden
encontrar en la Red buena parte de lo que se explica en clase. De hecho, el 43%
de los sondeados sostiene que los contenidos online serán la
principal fuente de conocimiento en 2030, incluso por encima del colegio (29%),
del entorno del alumnado (13%) o de las instituciones culturales (3%).
«El papel de los profesores
va a ser aún más relevante. Van a tener que mostrar a los alumnos que hay que
ser críticos con la información, que no todo lo que encuentran en internet es
correcto, que deben seleccionar y acudir a las fuentes más fiables», dice Ismael
Sanz, director del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, dependiente
del Ministerio de Educación.
Sanz cree que se
consolidarán metodologías como el flipped classroom, que consiste en que los
chicos preparan por su cuenta las clases y hacen una exposición en el aula,
mientras que el profesor realiza una labor de acompañamiento. «Este sistema
permitirá que una parte del trabajo se haga en casa y que cada alumno siga su
ritmo».
«La clase magistral parece
obsoleta. No tiene sentido contar un rollo a 250 estudiantes que no pueden
intervenir si se les puede dar algo grabado. Pero, por otro lado, mucho de esto
se podía hacer ya y no ha pasado. Quizá hay algo que no entendemos bien»,
reflexiona Antonio Cabrales, catedrático de Economía de la University
College London y miembro de la Fundación de Estudios de Economía
Aplicada (Fedea).
LOS ALUMNOS
El perfil del estudiante
cambiará en los próximos tres lustros. Será «un alumno con muchas más
posibilidades de acceso a fuentes de conocimiento, con una mentalidad más
universal y menos localista, protagonista indiscutible de su aprendizaje, un
ciudadano global que busca a través del aprendizaje un modo de responder a
alguna necesidad del entorno», según lo define Núria Miró, directora del colegio
Montserrat de Barcelona y una de los 15.000 expertos que forman parte de
Wise. El 83% de los consultados cree que el currículo tendrá más contenidos
personalizados a la medida de cada alumno. Esto tendrá consecuencias en la
relación jerárquica con el profesor. «Se desdibuja claramente la línea que
separa quiénes son los que enseñan y quiénes son los que aprenden», sostiene
Miró.
César García, profesor de la Universidad
Pública del Estado de Washington, añade que los estudiantes van a ser «más
exigentes» en cuanto a sus expectativas educativas. «El alumno se convierte en
cliente: invierte un dinero y espera un retorno. Los profesores van a tener que
explicar mucho mejor cómo ponen las notas».
¿Cambiarán también los
horarios? Los expertos españoles coinciden en que la frontera entre el colegio
y el hogar se desdibujará y el aprendizaje no se restringirá a unas horas y a
unos lugares concretos. «El email y otras herramientas de
comunicación se están extendiendo mucho. Ahora los profesores ya tenemos muchas
conversaciones con los alumnos a las 20.00 horas. Esto de que haya clase de
10.00 a 11.50 horas no sé si seguirá», indica García. «Veo más cursos online, y
a deshoras. Más estudiantes van a tener que trabajar y no van a poder ir al
horario convencional. Veremos escuelas que den clases en verano y los fines de
semana».
¿Habrá deberes? «En algún
sentido, si hay un cambio, será a que casi todo sean deberes», responde
Cabrales. El horario será más libre y habrá más tarea individual. «Más que
deberes, hay que suscitar en los alumnos la necesidad de seguir buscando
documentación, de informarse, de compartir conocimientos y de despertarles el
gusto por la investigación», añade Miró.
Todo esto afectará, sin
lugar a dudas, a las relaciones personales entre los alumnos. En opinión de
García, «el concepto de pandilla se ha terminado y los niños son ahora más
solitarios que antes». «Hace 20 años, los críos pasaban más tiempo en la calle,
sin demasiada supervisión. Ahora su vida social es más limitada, están más en
casa, conectados online, y tienen agenda. Sus padres les llevan a las
17.00 horas a Ajedrez, a las 18.00 a Inglés... Por eso creo que las relaciones
sociales se van a cotizar al alza en la escuela del futuro».
EL CURRÍCULO
El 76% de los encuestados
cree que las habilidades personales o prácticas serán más valoradas que los
conocimientos académicos. Las llamadas soft skills -como la capacidad
de hablar en público, de trabajar en equipo, de adaptarse a los imprevistos...-
son cada vez más importantes en el entorno profesional, pero los expertos
españoles coinciden en que, por si solas, no suplen una buena preparación
académica. «Aprender a aprender está bien, pero primero hay que saber de
Matemáticas, Ciencias o Historia. Lo que nos sirve es el conocimiento, porque
no se aprende fuera de él», indica Carmen Rodríguez, profesora de
Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga. «Se dice que
ésta es la generación mejor preparada, pero los universitarios españoles no
saben lo que es el Barroco y nunca han leído a Cervantes. Si lo que pretendemos
es formar tecnócratas, primarán las habilidades y los conocimientos quedarán
reducidos», afirma Felipe de Vicente, presidente de la Asociación
Nacional de Catedráticos de Instituto(Ancaba).
Francisco López Rupérez, presidente
del Consejo Escolar del Estado, cree, en este sentido, que, a la hora de
evaluar, y aunque en el ámbito laboral las certificaciones profesionales
adquieran cada vez más valor, «éstas no sustituirán a los títulos académicos,
particularmente a los emitidos por instituciones universitarias de prestigio».
EL APRENDIZAJE
El 90% de los encuestados
cree que, en este nuevo escenario, el aprendizaje se desarrollará a lo largo de
toda la vida del alumno y que no se limitará sólo a la etapa de formación
obligatoria (entre los seis y los 16 años) y a la universidad. Esto no
significa que la educación vaya a ser gratis. Al revés: el 70% piensa que la
Administración pública va a dejar de ser la principal fuente de financiación.
Aquí los expertos discrepan con la encuesta y recuerdan que España está ya por
encima de la media de la OCDE en el porcentaje de educación privada.
«La educación pública tiene un papel clave en la igualdad de oportunidades. No
entiendo que vaya a desaparecer en ningún caso», señala Ismael Sanz.