lunes, 29 de abril de 2013

EL TREN DE LAS OPORTUNIDADES


Gabriel, era un niño que vivía en el centro de un pueblo lejano de los Andes. Un día, después de mucho tiempo, llegó de visita el tío Julián desde la Capital trayendo algunos regalos para sus sobrinos. Esa tarde tomando el lonche, Gabriel se enteró que su tío tocaba en una banda de música. Abrió los ojos como si hubiera visto un fantasma, se emocionó tanto que le rogó a sus padres que lo dejaran ir con su tío a la capital. Julián estaba de vacaciones y quiso probar suerte tocando en el grupo pero la mamá se opuso rotundamente porque iban a empezar las clases. El tío necesitaba un guitarrista en el grupo y prometió a su hermana traer pronto a su sobrino si le daban permiso para viajar.

Esa noche había luna llena y el paisaje y la frescura de la noche hicieron salir de la casa por un momento a Gabriel y su tío, mientras conversaban. De pronto pusieron atención al paso del tren que a lo lejos paraba cada cierto tiempo recogiendo muchos pasajeros que hacían turismo en la provincia. El tío le dijo a Gabriel: “Mira el tren que está pasando. Ve a toda esa gente que sube y baja. La vida es así, como un tren lleno de oportunidades. Si no las tomas tú, otro vendrá y la tomará por ti. Para algunos, las oportunidades pasan una sola vez en la vida y para otros con un poco de suerte tal vez las tengan más seguido, pero sería un desperdicio desaprovechar el momento en que estas se presentan. Esta es una oportunidad para ti. Sin tener que descuidar tus estudios, si te organizas puedes ser un gran músico, porque las casualidades no existen, recuérdalo”. Los papás del muchacho escuchaban la conversación sin que Gabriel y su tío lo supieran. Al día siguiente los papás dejaron ir al niño pues comprendieron que tal vez le estarían arrebatando la oportunidad de su vida.

Anónimo

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